Cuando Emily llegó al aeropuerto, sonó su teléfono. Era Adam.
—Emily, ¿ya llegaste? —preguntó él.
Emily asintió aunque él no podía verla. —Acabo de llegar. ¿En qué vuelo vienen las personas del Grupo Gran Muralla?
—Estoy en el vestíbulo de llegadas en la Puerta 35. Nos encontramos allí.
—¿Viniste también? —respondió ella, un poco sorprendida.
Adam se rió, —No puedo dejarte manejar esto sola. Como tu jefe, debo dar el ejemplo.
Emily rodó los ojos juguetonamente. —Bueno, debo admitir que eres bastante dedicado. No tengo quejas.
—¡Ja! ¿Qué puedo decir? Amo el dinero. La comisión del Grupo Gran Muralla supera nuestros ingresos totales del año pasado. Si logro cerrar este trato, mi padre finalmente me tomará en serio.
Emily frunció ligeramente el ceño. —Así que esa es la verdadera razón.
—Pero en serio, ¿por qué el Grupo Gran Muralla nos está eligiendo? Su equipo de diseño es de primera clase. Podrían ir con cualquier firma internacional. ¿Qué ven en nosotros?