—Satanás asintió, confirmando su decisión de no realizar ningún pago adelantado.
Emily encontró esta decisión algo extraña, pero como Satanás era el jefe, aplacó sus dudas y siguió su instrucción, respondiendo al correo electrónico de Dylan en consecuencia.
Continuaron trabajando en unos cuantos correos más, y en poco tiempo, había caído la noche.
Emily le devolvió su teléfono y se quedó junto a la ventana, estirándose y observando en silencio las luces de la ciudad. La tranquilidad en la habitación del hospital pareció volverse aún más profunda.
De repente, el teléfono de Satanás sonó. Él le hizo una seña a Emily para que contestara.
Pensando que era Dylan, ella casualmente atendió la llamada. —¿Hola?
Hubo silencio en la otra línea durante varios segundos antes de que una voz aguda de mujer cortara —¿Quién eres? ¿Por qué contestas el teléfono de Satanás?
Esa voz le sonaba vagamente familiar... y solo había una persona que lo llamaba Satanás de esa manera.