—Apuesto a que no esperabas verme aquí —dijo Maeve—. Después de todo, no es mi historia. Al menos, no lo era hasta el momento en que mi hijo puso ese pesado libro de cuero en mis manos.
—Érase una vez, hace mucho tiempo, era una joven con una misión de salvar a mi mundo de la destrucción. Me habían dicho que terminaría conmigo, que mis poderes serían desmesurados. Pero luego… nada. Hanna fue quien mató a Tasia, la Bailarín de Sueños Lycennian empeñada en destruir todo y a todos los que conocíamos y amábamos. Hanna también fue quien llevó a cabo la conclusión de la Profecía de Piedra Lunar, dando a luz a Selene, la próxima Reina Blanca–nuestra Lena, mi querida Lena.
—Me alegraba pasar al trasfondo. Todo lo que me importaba en aquellos primeros años después de la caída de Lycenna y Dianny eran mis trillizos y mi compañero. Me sumergí en la maternidad. Me sumergí en la reparación de la fracturada manada de Poldesse al lado de Troy. Los años pasaron, tranquilos, sin eventos.