*Mila*
La acusación de Soren resonaba en mi cabeza como un gong.
Se acercó hacia mí con los brazos extendidos como si fuera a abrazarme.
—¡No! —exclamé. Lo empujé y corrí alrededor de la cama para evitar que se me acercara de nuevo.
Mi mente se aceleraba con pensamientos e imágenes de mi infancia. Agarré los lados de mi cabeza y la sacudí lentamente.
—No. No soy una bruja, ¿vale? No lo soy —insistí, con voz más calma pero igual de firme.
Era una locura que él pensara eso. La magia no formaba parte de mi vida. Quiero decir... a veces simplemente sucedían cosas, pero eso no era magia. Era solo... intervención divina.
—No soy una bruja. No puedo ser una bruja —me repetí una y otra vez.
—Mila...
La voz de Soren era suave y baja.
Alcé la vista hacia él y lo miré fijamente. No quería que se acercara más a mí.
Tantos recuerdos surgieron, recuerdos que apenas podía imaginar. ¿Eran recuerdos reprimidos? ¿Los había bloqueado?
Un recuerdo emergió por encima de todos los demás.