—Mientras Mila se marchaba apresurada —incliné la cabeza y observé su trasero mientras se alejaba. No tenía intención de seguirla, pero no estaba por encima de disfrutar de la vista conforme se iba.
—Era tan... mona —no se me ocurría una mejor manera de describirlo. Intentaba ser combativa y fiera, lo cual admiraba, pero en cambio, era como si te mordisqueara un cachorro demasiado entusiasta.
—Una vez tuve un cachorro —jugábamos juntos y cuanto más bullicioso me ponía, más se emocionaba él. Empezaba a ladrar y a mordisquearme con sus pequeños y afilados dientes de cachorro.
—Si me mordía, yo chillaba, a propósito, y eso le sorprendía —retrocedía y se ponía realmente triste. Luego intentaba lamerme para hacerme sentir mejor.