—Gruñendo, rodé los ojos —murmuré—. Mi pecho se sentía magullado donde ella me había golpeado. Fue un golpe fuerte.
—Todavía no podía entender si había estallado en lágrimas porque estaba molesta, porque le había hecho daño o porque estaba tratando de distraerme. Sea cual fuera la razón, no había perdido tiempo en usar mi vacilación en contra mía.
—Quizás era más peligrosa de lo que había considerado antes. Todo este tiempo pensé que eran sus secretos y su pasado lo que causaría problemas y atraería el peligro. Ella también tenía algo de su propio poder.
—Cálmate, Mila—siseé—. "No estoy aquí por la maldita caja."
—¿N-no lo estás?—preguntó ella, frunciendo el ceño.
—Suspiré y negué con la cabeza —dije—. Cuando la miré, una oleada de lástima se infló en mi pecho. Esta pobre chica nunca había conocido la amistad, el amor o la confianza. Estaba tan cerrada y a la defensiva, tan desconfiada que sospechaba de todos y de todo, incluso cuando intentaban ser amables con ella.