Capítulo 104: Alguien quiere que estemos muertos

—Desperté y vi la luz del sol atravesar el dormitorio. ¡Era la primera luz del sol que había visto en días! —Me sonreí y abracé a Mila. Ella estaba acurrucada en el hueco de mi cuerpo. Suspirando, froté mi nariz en la nuca de ella y deslicé mis manos sobre su vientre.

Mila rió entre dientes y se retorció en mi agarre.

—¿Qué te tiene de tan buen humor? —pregunté.

—El sol está afuera —dije, mordisqueando ligeramente la parte trasera de su cuello.

Ella rió de nuevo y se giró en mis brazos, mirándome. Inhalé sorprendido y aparté un poco de cabello de su rostro.

—Y ahora, es aún mejor porque puedo mirar tu hermoso rostro —afirmé.

Mila se mordió el labio inferior, sus mejillas tornándose carmesí. Sus ojos me recorrieron y me bebieron. Sentí que ella sentía lo mismo al verme por la mañana de lo que yo sentía al verla.

Podía sentir su corazón latir en su pecho, de manera errática. De vez en cuando se saltaba un latido.

—No puedo acostumbrarme —susurró.