Por una vez en mi vida, me quedé sin palabras.
No pude hacer más que quedarme mirando a Jared, quien me miraba de vuelta. Estoy segura de que nuestras expresiones eran idénticas, llenas de incredulidad, preocupación, arrepentimiento... quizás incluso un deseo profundamente arraigado que nos había llevado a la cama después del baile. Pero esto seguía siendo una locura.
—Ese templo en la ciudad, cerca de la muralla… no sería difícil sobornar al sacerdote. Arquero y yo lo vimos en una taberna nuestra primera noche aquí —continuó Brandt. Ahora él era el que estaba caminando de un lado al otro—. Tendríamos que hacer que la fecha retroceda, por supuesto. Al menos seis meses o un año...
—No —dijimos Jared y yo al unísono, cortándolo.
—Esta es nuestra mejor opción —continuó Brandt, golpeando con las puntas de los dedos contra su muslo—. Nuestra única opción.