Abrí los ojos y sentí que no podía respirar. Incorporándome, me golpeé el pecho, jadeando e hiperventilando. Mi estómago se retorció y las lágrimas me ardieron en los ojos. En mi pecho, mi corazón tembló y sentí que se rompería en un millón de pedazos.
Así es como se siente ser rechazada….
—Eliza…. —La voz de mi mamá vino de al lado de la cama. Miré para verla ofreciéndome un vaso de agua para beber.
Lo bebí de un trago y miré por la ventana para ver que el sol se estaba poniendo.
—¿Qué día es hoy? —croé.
—Todavía es tu cumpleaños… aparentemente el día de la maldición —dijo con aspereza.
Mis ojos se dirigieron hacia ella, y pude ver el torrente de mil preguntas inundando su rostro.
—¿Por qué no nos dijiste lo que realmente estaba pasando? —preguntó.
—No había nada que pudieras haber hecho —respondí con voz ronca.