Susana sintió el calor del abrazo pero permaneció congelada.
Marlon la miró con una expresión complicada, fría pero preocupada.
—Esta es mi hermana, y la llevaré a su examen de lesiones —continuó.
Después de firmar un montón de papeles, extendió la mano hacia Susana.
Susana se paralizó, sin saber qué hacer. Marlon se inclinó, tomó su mano y se levantó.
Miró fijamente las marcas rojas notorias en el cuello de Susana donde había sido pellizcada. Su mirada era gélida, y preguntó en voz baja —¿Puedes caminar?
La pequeña mano de Susana se sentía cálida en el agarre de Marlon.
Asintió —Sí.
Marlon bajó la cabeza para ayudarla a abotonar su traje.
Ni Susana ni Marlon hablaron durante el viaje en coche al hospital.
La atmósfera era extraña.
Después de que Susana realizara todas las pruebas en el hospital, Marlon entregó los resultados a su asistente —Consígueme al mejor abogado que puedas. Voy a hacer que Dominic pague.