—¿Por qué debería esconderme?
Ellen rió como si hubiera escuchado un buen chiste. —Jamie, dime, ¿por qué debería esconderme?
Jamie la miró con una expresión feroz. Sabía por qué, pero no pensaba que estuviera equivocado.
En su opinión, Ellen siempre había sido suya.
No importaba cuánto tiempo hubiera pasado, Ellen debería ser suya.
—Si no me hubieras forzado una y otra vez, ¿tendría que esconderme de ti? —dijo Ellen, mirando a Jamie firmemente—. Dime, ¿realmente quieres a Bobby? ¿Realmente crees que es tu hijo? ¿Lo quieres puramente por una relación padre-hijo? ¿O tienes otros propósitos?
Jamie apretó los puños y no dijo nada. Nunca había disfrazado su propósito de mantenerla allí.
Ellen se burló. —Sabes muy bien que no renunciaré a la custodia del niño. ¡Recolectaré pruebas y te demandaré hasta el final!
Jamie estaba tan enojado que se echó a reír.
—Ellen, te estás sobreestimando al tratar de demandarme.
Ellen sonrió y dijo: