El conductor la miró por el espejo retrovisor y dijo disculpándose:
—Lo siento. No quiero contagiarte mi gripe.
Sin pensar mucho en ello, Ellen asintió y no dijo nada más.
Cerró los ojos en el asiento trasero con alivio porque había llamado al taxi desde su teléfono y todo el proceso estaba registrado.
Después de un período de tiempo desconocido, Ellen de repente se despertó.
Parecía haber oído al conductor hablar por teléfono hace un momento, pero cuando se despertó, él seguía conduciendo con una mascarilla en el rostro. Pensó que tal vez estaba soñando.
El cielo fuera de la ventana estaba gris, como si fuera a llover.
Al ver esto, Ellen sintió que algo no estaba bien. Inmediatamente sacó su teléfono y preguntó:
—¿Estás yendo por el camino equivocado?
El teléfono mostraba que se había desviado de la ruta y estaba muy lejos. El camino que tomó era completamente diferente al correcto.
El taxista dijo casualmente:
—No, es un atajo. La tarifa será más barata que antes.