Jiang Yexun a través de los ojos de los extraños

Al ver a Jiang Yexun salir de la casa cargando un edredón, colocándolo en un pequeño lugar y luego dejando que Su Xiaoxiao se sentara en él, Luo Shanzhu frunció el ceño instintivamente. Aunque encontraba a Su Xiaoxiao difícil de complacer, no podía renunciar a una esposa tan bella y rica. Pero el usualmente orgulloso Jiang Yexun ahora estaba siendo humilde y considerado. Aparte de su pronto a ser estatus urbano, ¿qué otra ventaja tenía?

En los ojos de la gente de Shanghái, ¿no eran lo mismo la gente de la ciudad de pequeñas ciudades del noreste que los aldeanos, verdad? Cuanto más pensaba en ello Luo Shanzhu, más enojado se sentía, y no pudo evitar mostrar un poco de resentimiento en su mirada hacia Jiang Yexun. Sin embargo, nadie notó el estado de ánimo de Luo Shanzhu.

—Su Xiaoxiao, envuelta en el edredón, le hizo una seña a la Tía Guo —Tía, ven acurrúcate en el edredón conmigo. Podemos apoyarnos la una a la otra y tomar una siesta de camino a la ciudad.