Muebles refinados para combinar con su pequeño compañero

Los dos matones se sorprendieron de que el hombre lograra resistir la tentación de apostar a pesar de tener el dinero. Para cuando se dieron cuenta de lo que había sucedido, el hombre ya había desaparecido.

Viendo su oportunidad desvanecerse, volvieron a regañadientes su atención a Jiang Yexun y He Xingzhi.

—Ustedes parecen desconocidos. ¿Qué tal si se unen a nosotros para un juego? —ofreció uno de los matones.

—¡No, gracias! Solo somos gente común viviendo nuestras vidas. Nunca tocaríamos esas cosas, pase lo que pase —respondió He Xingzhi disculpándose, sonriendo a los matones. Sin esperar su reacción, cerró rápidamente la puerta.

Los matones murmuraron maldiciones a la puerta cerrada, refunfuñando:

—Cobardes.

Adentro, Jiang Yexun y He Xingzhi no prestaron atención a sus opiniones.

—Hermano Ye, ¿crees que el dinero que tiene el hombre durará? —preguntó He Xingzhi con curiosidad.

Jiang Yexun le lanzó una mirada de reojo.

—¿Crees que los jugadores pueden salvarse alguna vez?