Su Xiaoxiao sintió como si hubiera espinas pinchando su cuerpo.
Levantó la vista y vio inmediatamente al hombre a su lado mirándola con unos ojos tan intensos que parecían poder prenderle fuego, como si quisiera reducirla a cenizas.
—Um... um, ¡tengo que levantarme temprano mañana! ¡Me regreso ahora! —dijo Su Xiaoxiao, con el rostro sonrojado, agitándole la mano y girándose para huir.
Sin embargo, Jiang Yexun extendió la mano, agarrando suavemente el cuello de su camisa, bromeando con una sonrisa:
—¿De qué tienes miedo? ¿Crees que te voy a comer ahora mismo?
—¡¿Cómo podría ser eso?! ¡Nos casamos mañana! —Su Xiaoxiao alzó la voz, sus palabras firmes pero de alguna manera sonando culpables.
—¡Mira nada más lo clara que tienes esa parte! —Jiang Yexun siguió bromeando.
Al ver su rostro ponerse aún más rojo, finalmente la soltó.
—Está bien, ahora te llevo a casa.
—Puedo ir sola.