El aliento abrasador roció sobre la oreja de Su Xiaoxiao, haciendo que su pequeño corazón, que ya estaba en pánico, temblara de repente. Una sensación de hormigueo se extendió desde ambos lugares, recorriendo rápidamente todo su cuerpo.
—¿Estás loco? ¡Todavía es mediodía! —Su Xiaoxiao pellizcó la cintura de Jiang Yexun con molestia.
Pero tan pronto como habló, su voz fue delicada y suave como un gatito, y no solo Jiang Yexun, incluso ella misma estaba totalmente conmovida.
—Está bien, prometo que esta vez será rápido —las palabras roncas de Jiang Yexun ocultaban un deseo fuerte y urgente.
Esos dedos calientes, como si llevaran una corriente eléctrica, ya habían seguido la ropa de Su Xiaoxiao, enganchando suavemente esa cintura delgada y suave. Su Xiaoxiao se quedó atónita durante dos segundos antes de darse cuenta de lo que él acababa de decir.