—¿No va a ser sentenciado muy severamente? ¿De dónde sacaste la idea de que lo castigarían ligeramente? Incluso si alguien pierde unos cientos, sigue siendo su propia elección apostar, pero ¿quién podría haberlo engañado para perder durante dos meses enteros? —preguntó Abuela Wang, con su voz llena de ira.
Zhang Xiyue se estremeció ante las duras palabras de su abuela, una fuerte sensación de resentimiento burbujeando dentro de ella. ¿Por qué siempre tenía que ser ella quien llevase la culpa de todo? Nunca obtenía las cosas buenas, pero cada vez que algo iba mal, siempre la arrastraban a ello.
Si no fuera por el desastre de su hermano, la familia Zhang no tendría futuro en el complejo de Beijing. Decidió en ese momento que, si no fuera por los problemas que su hermano había causado, no le importaría el imprudente mocoso.
Con este pensamiento, Zhang Xiyue lanzó una rápida mirada a los oficiales de policía de pie cerca y luego apartó a su abuela.