Argumento

Mientras Zafiro corría por el bosque, su emoción me arrastraba. Por un breve momento, me permití disfrutar de la libertad de correr, dejando atrás el constante peso del drama de la manada. Pero, como de costumbre, la paz no duró. Zafiro se detuvo de repente, con las orejas en punta.

—Necesitamos volver. Algo no está bien —gruñó.

Suspiré. —Por supuesto, algo no está bien. El universo no se atrevería a darme un maldito minuto de paz —murmuré.

—Menos quejarse, más moverse —Zafiro ya estaba girando de vuelta hacia la casa de la manada.

Murmurando entre dientes, seguí su ejemplo, tejiendo silenciosamente entre los árboles. No pasó mucho tiempo antes de que el débil zumbido de voces se filtrara por el aire. Al acercarnos, vi a Anya caminando inquieta en un pequeño claro, con el teléfono pegado a la oreja. Su postura gritaba desastre nervioso, y Zafiro gruñó bajo en mi mente.

—Te lo dije. Problemas —gruñó Zafiro.