Marqués Wuyang, al ver la solemne garantía de Tiancheng, se tranquilizó levemente. Convocó a su hija y le explicó la importancia del asunto.
El nombre de esta joven dama era Qiao Yu. Era elegante y encantadora, con una mirada coqueta y ojos cautivadores, una belleza realmente rara. Sin embargo, tener solo buena apariencia no era suficiente para ser elegida. Por eso, el Marqués Wuyang decidió arriesgarse e invitó a Tiancheng a intervenir en secreto.
—Por favor, párese en el centro, señorita —instruyó Tiancheng.
Qiao Yu también era competitiva. Anteriormente, apoyándose en su belleza, a menudo llamaba la atención en la capital y era sin rival. Sin embargo, desde que Nanli regresó, apenas había sido objeto de ninguna discusión.
¡La gente hablaba de las profundas habilidades taoístas de Nanli, cuán formidable era, y cómo había salvado vidas en tiempos de peligro!
Ahora que tenía esta oportunidad, Qiao Yu naturalmente quería destacarse.