No necesariamente un aliado

Fan Guizong movió su mano derecha, y una serpiente gigante apareció en el sueño. La serpiente, gruesa como una persona, siseó y se lanzó hacia Nanli, con las mandíbulas bien abiertas, lista para tragársela entera.

Nanli mantuvo su posición, su expresión tranquila. —Todo en un sueño es una ilusión. ¿Quién se atreve a impedirme romper este sueño? —declaró con determinación, sus ojos agudos.

Juntó los dedos, creando un gesto similar a una espada. Al deslizar hacia abajo, la feroz serpiente se convirtió en un sutil hilo de humo, desvaneciéndose instantáneamente.

Fan Guizong se quedó sorprendido. Había asumido que las mujeres temían a las serpientes. ¿Por qué ella no? Al darse cuenta de que Nanli era más formidable de lo esperado, decidió salir del sueño en lugar de continuar la lucha.

Pero Nanli rápidamente lo agarró del cuello, usando su fuerza para tirarlo al suelo con un crujido resonante, el sonido de huesos rompiéndose.