Las palabras de Nanli tenían peso mientras se dirigía a la mujer embarazada, cuya confusión inicial fue rápidamente reemplazada por una mezcla de respeto e incertidumbre. Al principio había pensado que Nanli era una estafadora, pero la precisión de sus observaciones sobre la armonía familiar y la riqueza le tocó una fibra.
—Señora, es usted bastante perspicaz... —murmuró la mujer embarazada, momentáneamente impresionada.
Sin embargo, su sirvienta, Rong, intervino bruscamente:
—Señora, ella debe haber espiado antes para ser tan precisa. Desde tiempos antiguos, se dice que es mejor dejar que alguien muera que divorciarse de ellos. ¡No es solo una estafadora, también es maliciosa!
A pesar de su noble origen y su opulenta dote, la mujer embarazada se sintió atraída por la conducta digna de Nanli, que contrastaba fuertemente con la opulencia ostentosa de otros. La presencia de Ye Siheng destacó aún más su estatus.
—Rong, cuida tus modales —advirtió la mujer embarazada.