El Señor Chen escuchó esto y primero pensó, «¿Cómo es que esta persona conoce tan bien la ley?». Su segundo pensamiento fue que la voz le resultaba increíblemente familiar. Empezó a tocarse la barba y reflexionar.
El médico ya estaba ansioso y emitió sonidos ahogados. Mientras tanto, Yuan Liang gritó:
—¡Un mero charlatán, atreviéndose a cuestionar al Señor Chen! ¡Golpéenlo también!
Justo cuando terminó de hablar, las piernas del Señor Chen de repente cedieron, y se arrodilló en el suelo en una postura torpe y vergonzosa. El miedo se apoderó de su corazón, afectando su voz. Le llevó un momento poder pronunciar una frase completa:
—Yo... Yo rindo homenaje a la Novena Princesa.
Al ver que el Señor Chen había recordado, el médico finalmente suspiró aliviado, con lágrimas corriendo por su rostro. Yuan Liang, atónito, bajó la cabeza confundido:
—¿Qué? ¿Cebollina? ¿Qué tipo de cebollina es ella?