El cuerpo de Shuang'er tembló violentamente. —Señorita...
Su voz tembló con lágrimas, luchando por entender cómo Xue Shengnan se había vuelto tan fría. ¡Habían sido compañeras durante años, apoyándose mutuamente en las buenas y en las malas!
Sin embargo, Xue Shengnan permaneció helada e indiferente, retirando lentamente su mano. Shuang'er, en pánico, acordó rápidamente:
—Estoy dispuesta. Mientras sea la orden de la Señorita, lo haré.
La expresión de Xue Shengnan se suavizó en una sonrisa mientras acariciaba la cabeza de Shuang'er, tratándola como una mascota obediente. —Buena Shuang'er, tu lealtad no será ignorada, y nunca te maltrataré.
Shuang'er solo pudo agradecerle con lágrimas en los ojos. Había seguido a Xue Shengnan durante años, entendiendo la dura realidad de su situación. Matar era un pecado pesado, pero el verdadero tormento era ser quemada por el Fuego Fantasma y sufrir interminablemente.