La multitud se sorprendió por la repentina revelación. Fuera de la multitud, un carruaje sencillo y espacioso estaba detenido. Al escuchar las palabras de Qing Feng, el ocupante de repente se inclinó hacia afuera y gritó:
—¿Qué príncipe real, príncipe falso?! ¡El hombre que pasó la noche conmigo es el Noveno Príncipe! Mi vista es excelente; ¡no podría confundirlo con nadie!
La multitud exclamó:
—¡Es Yu Chunhua!
No se atrevían a enfrentar directamente al Noveno Príncipe y a la Princesa, pero Yu Chunhua era terreno libre. Muchos trataron de acercarse a ella, con la esperanza de escuchar más detalles sobre esa noche. Sin embargo, cuando dieron un paso adelante, un escuadrón de guardias armados se apresuró, protegiendo el carruaje.
Sus rostros severos y sus manos en las espadas dejaban claro: cualquiera que se atreviera a acercarse enfrentaría graves consecuencias.
La multitud se retiró nerviosamente, algunos susurrando: