—¿Dónde estás, Drahá? Por favor. Solo una palabra, por favor —las delicadas yemas de los dedos de mi macho que rozan mi pómulo y su voz angustiada suplicante que me llama con ese dolor insondable hacen que mis ojos se abran de golpe y mi carne se lance hacia adelante con la necesidad de atraparlo antes de que se vaya. De obtener un poco de su calor antes de que mi ser vuelva a estar rodeado por hielo inderretible.
Mi extremidad se estira hacia adelante en un intento de agarrar su brazo, mi pecho jadeante, mis ojos azules escanean frenéticamente la habitación mientras persigo su calor con profunda desesperación. —Fobos —un leve gemido huye de mis labios que tiemblan incapaces de mantenerse quietos mientras coloco mis palmas sobre mis ojos luchando por contener mis lágrimas y mis gritos. Me envuelvo los brazos alrededor y me echo de nuevo en la cama para enrollarme en una pequeña bola y llorar.