—No puedo siquiera mirarla sin ser ahogado por una ola azotadora de culpa. Ella era la única hembra que no se asustaba de mí o de mi oscuridad sin importar qué y ahora su carne tiembla violentamente cada vez que paso cerca de ella. Es una loba quebrada y no deseo causarle más daño —le prometí a su macho mientras se asfixiaba en su sangre en el suelo de la guerra que cuidaría de su compañera.
—¿Entonces qué harás?
—No haré nada, no tengo tiempo para enfocarme en esas cosas. Nuestra amistad ha terminado, ella es una de mis muchos lobos ahora eso es todo. No dejé que mi bestia la matara y por eso mi deuda con ella y su macho ha sido saldada.
—¿Y qué hay de Argus?