—Vamos a buscarlo —Zhouzhou se colgó la bolsa al hombro, arrastrando a Qin Dong consigo. Sin embargo, de repente alguien le agarró el cuello por detrás. En el siguiente momento, se encontró elevada en el abrazo de alguien.
—Ya es tarde. ¿Todavía vas a salir? —Qin Lie la miró con una expresión impotente.
—Me preocupa el Tercer Hermano —le confesó a Qin Dong—. ¿Y si esa persona se esconde o hace otro movimiento? En siete días, podrían hacerle daño.
Eso no era lo que quería. Deseaba que su familia estuviera sana y salva.
Los ojos de Qin Dong brillaron, sus labios se apretaron en una línea delgada, pero no dijo nada.
—Yo te llevaré, pero ¿sabes dónde vive esa persona? —Qin Lie miró a su tercer sobrino, reflexionó por un momento y luego dejó a Zhouzhou en el suelo.
—Sé —Pequeña Wang, que había permanecido en silencio desde que supo la verdad, finalmente habló, sus ojos llenos de odio.