Ustedes Chatean Entre Ustedes Mismos

Su repentina llegada asustó a todos a su alrededor. Zhouzhou parpadeó y miró hacia abajo, reconociendo al Taoísta del día anterior.

Aún llevaba puesta su túnica taoísta, ahora sucia y empapada de sudor, su cara pálida de miedo, con ojeras de una noche sin dormir.

Zhouzhou supo de inmediato qué había pasado. Pateó con su pierna regordeta en descontento, alejándolo.

—No me llames. ¿Quién te dijo que no me hicieras caso? —frunció el ceño, claramente descontenta. Él había dudado de sus habilidades y ella no estaba dispuesta a perdonarlo.

El Taoísta, atormentado por espíritus toda la noche, estaba demasiado aterrorizado como para preocuparse por la dignidad y se aferró a su pierna de nuevo.

Esta vez, un pie grande lo pateó antes de que pudiera tocarla. Rodó asustado.

Huo Ji'an, saliendo del coche, vio esta escena y se apresuró, colocando a Zhouzhou detrás de él de manera protectora.