En la habitación vecina, Zhouzhou agarró la esquina de su manta, enrollándose en un pequeño capullo.
Tras un momento de reflexión, se levantó para buscar una manta más larga en el armario, asegurando espacio para sus pies. Si crecía durante el sueño, sus piernas largas tendrían suficiente espacio.
Satisfecha con sus preparativos, Zhouzhou se acurrucó en la cama. Justo cuando estaba a punto de cerrar los ojos, un ruido débil llegó a sus oídos.
Sus ojos redondos se abrieron de golpe y saltó a la ventana. Abajo, vio a una figura de negro alzando a Huo Ji'an en un coche, que se alejaba a toda velocidad.
El corazón de Zhouzhou saltó de alegría. La abuela no había mentido—¡treinta mil realmente habían llegado! Su somnolencia desapareció al instante mientras agarraba la terminal punto de venta (TPV) y corría escaleras abajo.
Qin Lie, sentado en la sala revisando documentos, levantó la mirada ante el alboroto. —¿Qué pasa? —preguntó.