¿A Quién le Importa Ser el Maestro del Templo

Ella habló como si su destreza, que incitaba envidia, no fuese completamente natural. Luo Jin le lanzó una mirada de reojo, saboreando su sandía con calma.

A diferencia de Zhouzhou, quien había enterrado todo su rostro en la fruta, él elegantemente extrajo una cuchara de su bolsa, comiendo con aire de aristócrata.

Levantando la mano, dio un golpecito en la cabeza a la pequeña niña regordeta, su tono frío, —Siempre he sido excepcional.

—Ah, sí, sí —respondió Zhouzhou distraídamente, devorando la sandía con gusto. Luo Jin hizo un clic con la lengua, pellizcando las puntas de su cabello en leve molestia.

Desagradecida la pequeña niña regordeta. Él había sospechado que su elogio anterior era mera adulación.

En efecto, ella era una seductora sin corazón, sus dulces palabras insinceras. Rodó los ojos, sin embargo, su mirada hacia Zhouzhou permanecía cariñosa e indulgente.