—Esta es la luz del mérito —explicó Zhouzhou—. Te protege, tío.
—Pero mi pequeña montaña de oro fue demasiado pequeña esta vez, así que solo pude intercambiar por un poquito de mérito.
—Tío, espérame. Cuando crezca y me haga rica, también te conseguiré un cuerpo dorado. Entonces no te lastimarás en misiones peligrosas.
Zhouzhou infló su pequeño pecho con gran ambición.
Ella creía firmemente que Qin Caicai haría mucho dinero en el futuro.
La pequeña niña habló con deleite, pero Xi Mo se sintió conmovido.
Sabía muy bien cuánto amaba Zhouzhou el dinero. Era una pequeña avara, siempre ansiosa por ganar pero reacia a gastar incluso un centavo.
Sin embargo, ahora estaba dispuesta a gastar dinero para comprarle mérito.
Por un momento, Xi Mo no pudo describir lo que sentía.
Pensó que, incluso si Ye Lingfeng era detestable, al menos había engendrado a una niña tan maravillosa como Zhouzhou. Se merecía un poco de crédito por eso.