Con solo unas pocas palabras, él interrumpió por completo la atmósfera ligeramente melancólica de antes. Zhouzhou lo miró, un poco sin palabras. Finalmente, suspiró profundamente y le dio una mirada profunda. —Mientras Papá sea feliz.
Ah, realmente, no había forma de lidiar con él. En sus palabras, había incluso un toque de indulgencia. Pero, ¿qué podía hacer? Después de todo, este era su padre. Solo podía consentirlo. Ser consentido por su pequeña hija le traía cierta alegría a Ye Lingfeng. Felicemente levantó las comisuras de su boca y sostuvo su pequeña mano regordeta firmemente en su palma, exhalando profundamente.
Era difícil no querer tenerla solo para él. Al lado, Xi Mo escuchaba la conversación entre padre e hija, su expresión algo compleja. Le parecía que Ye Lingfeng era infantil, pero Zhouzhou estaba dispuesta a consentirlo. De repente, entendió que su relación era incluso mejor de lo que había imaginado.