Cerrándose a sí mismo

Esta era quizás la amenaza más temible para un niño. ¿Sintiendo miedo? Bueno, Ma Hao realmente se sentía un poco preocupado.

No era tanto por temer a Zhouzhou en sí, sino más bien por la idea de que ella lo ignorara. La niña era bastante divertida, entrañablemente suave y linda, y a veces un poco de pequeña comediante.

La vida sería mucho menos divertida sin su presencia. Al ver a la pequeña poniéndose ansiosa, Ma Hao dejó de molestarla y le dio una suave palmadita en su pequeña cabeza. —Está bien, está bien, no diré nada.

Sólo entonces Zhouzhou suspiró aliviada, girando su cabeza para mirar a la Abuela Qin y a los demás, quienes mostraban expresiones de curiosidad, claramente ansiosos por saber.

De repente sintiéndose enredada, preguntó nerviosa:

—Abuela, Papá, ¿puedo no decirlo? No quería engañarlos, pero si hablaba... ¡seguro que se reirían de ella!

Tal como lo hicieron esos tíos y hermanos mayores en la isla, ¡riendo casi hasta temblar!