Está bien.
Qin Xi no tuvo más remedio que rendirse, sin importar lo que pensara.
Corrió ansiosamente hacia Zhouzhou, sosteniendo un cuenco, y preguntó:
—Oye, Zhouzhou, ¿cuándo vas a pelear conmigo?
Llevaba esperando medio año, pero ella seguía negándose a pelear.
Palmeándose los bíceps, dijo con confianza:
—He estado entrenando mucho, y ahora estoy bastante seguro de que puedo derrotarte.
Al escuchar esto, Qin Lie levantó los párpados y sólo una palabra cruzó por su mente:
«Ingenuo.»
«Demasiado ingenuo.»
Cuando Qin Xi conoció a Zhouzhou por primera vez, tal vez podría haber practicado con ella unos pocos movimientos.
Pero ahora, Zhouzhou había sido entrenada por Ye Lingfeng y Xi Mo personalmente. Él podría tener un ochenta por ciento de posibilidades de derrotarla, y durar ocho movimientos contra ella ya sería bueno.
Él conocía muy bien el nivel de fuerza de ambos lados, pero desafortunadamente, Zhouzhou no.