Taylor
La incertidumbre nunca había sido algo con lo que me sintiera cómoda. Mi hermana solía compararme con un gato nervioso incapaz de sentir otra cosa que no fuera miedo al mundo exterior. Una comparación que jamás me agradó. Sin embargo, al ver cómo la sonrisa en el rostro de Tatum desaparecía y su mandíbula se tensaba, supe que algo estaba mal. Todo su cuerpo gritaba agitación, dudas y preocupación. Su postura rígida, sus ojos moviéndose hacia la ventana de la cocina mientras aclaraba su garganta y colgaba el teléfono.
—¿Está pasando algo malo?
Nuestros ojos se encontraron; los de Tatum calculando lo que iba a decir antes de soltar un suspiro pesado y guardar su teléfono en el bolsillo.
—¿Qué tan fuertes son las barreras mágicas?