No estaba segura exactamente de lo que me estaba sucediendo, pero algo en lo profundo de mí susurraba en el fondo de mi mente diciéndome que su tiempo había llegado a su fin. Que su vida ya no era necesaria, y que me pertenecía reclamarla.
—¡Taylor! —la voz de Tatum llamaba desde algún lugar detrás de mí, su cálida melodía envolviéndome como solía hacerlo, pero sin tocarme completamente, ya que el odio que tenía por la mujer que creía mi madre tenía prioridad.
—Parece... que tienes... una audiencia... —jadeó, apretando mi agarre.
—Taylor, detente. No puedes matarla.
El sonido de sus pasos deteniéndose detrás de mí me detuvo ligeramente, mis ojos suavizándose un poco antes de volver a estrecharse con ira.
—Ella me quitó años de mi vida. Solo me estaba usando para su propio beneficio personal.
—No sabes eso —respondió, su profundo aroma almizclado envolviéndome mientras se acercaba—. Todavía hay muchas cosas que necesitamos averiguar de ella. No podemos dejar que muera todavía.