Giovani.
La boda fue maravillosa, pero sabía que nuestros problemas no habían terminado. Por mucho que adorara la felicidad de James, no podía bajar la guardia. Estas personas eran implacables, como había quedado bastante claro con el pastel envenenado.
Según mis hombres, había una reunión fuera del salón de bodas. No podía permitir que esto interrumpiera a James en su noche especial. Sin mencionar que había niños involucrados. Preferiría morir de un balazo en el pecho antes de que alguno de ellos resultara herido.
Este era mi trabajo, el mío y el de mis hombres. Que James fuera el Don de nuestra familia era irrelevante. Mi corazón palpitaba de emoción mientras miraba hacia el bosque que rodeaba el lugar de la boda. Mi inteligencia me decía que iban a intentar acabar con James de una vez por todas.
Sí. Eso no iba a suceder.