—Este viaje va a ser maravilloso, James —exclamó Becca, rodeándome con sus brazos. Sonreí, correspondiendo al abrazo y sosteniéndola cerca. Cuando se apartó, le di un beso tierno.
En ese momento, estábamos sentados en la sala de estar del complejo con una computadora portátil abierta en la mesa mostrando todas las actividades que podríamos hacer en Seychelles. Las imágenes de hermosas playas prístinas con arena brillante y agua azul profundo también me emocionaron.
—Creo que deberíamos ver las tortugas y los delfines —dijo Becca, sonriendo—. A los niños les encantarán esas fotos. Algún día, tenemos que llevarlos con nosotros, a un área apta para niños. Sin duda, ella estaría atenta a eso durante nuestra luna de miel.
—Esa es una excelente idea, mi amor —le dije, dándole otro apretón. Intercambiamos otro beso mientras ella seguía desplazándose por las imágenes y destinos. Afortunadamente, el viaje estaba cubierto tanto en vuelos como en hotel.