—¡Fanculo a mi vida! Maldita sea mi vida.
La hermosa chica a la que había tratado de evitar todo el día deambulaba sin rumbo por la casa en medio de la noche con solo un par de shorts de seda y una camiseta sin mangas. ¿Estaba tratando de matarme?
—Tentatrice. Tentadora —al verla caminar tan sin propósito e inocentemente, mi polla ya estaba creciendo en mis pantalones. Pero no había oportunidad de hacer nada al respecto. Ella me había visto.
—Buonasera, beautiful Olivia —la llamé y ella me sonrió radiante.
—Joder si su sonrisa no era más brillante que La Festa Italiana. Era un espécimen radiante, enviado para castigarme con su belleza inalcanzable. ¿Qué se supone que debía hacer con esta hermosa criatura?
—¿Necesitas algo? —pregunté, haciendo que se sonrojara. Me pregunté brevemente si estaba pensando lo mismo que yo. Lo que ambos necesitábamos era una buena y ardiente follada.