Olivia
—Olivia…
Giovani pronunció mi nombre, jadeando mientras se movía en mí una y otra vez. Su pene se hinchaba, llenándome, y sentía cada movimiento, exhalando mientras él me penetraba con fuerza.
Mi visión era borrosa, pero sus ojos brillaban bajo la luz de la luna, tan oscuros y hermosos como ónices combinados con luz estelar.
—Olivia —me llamó de nuevo.
Gemí en respuesta, agarrándome de sus hombros:
—Fóllame —le susurré al oído.
Él sonrió desde arriba, con un hambre profunda en sus ojos mientras me tomaba una y otra vez, llegando al punto que sabía que me hacía gritar. Me aferré fuertemente a él, gimiendo alto y sin importarme si alguien podía oírnos, o si alguien entraba y nos veía. Solo lo necesitaba.
—Olivia —susurró, haciéndome cosquillas en el oído con su cálido aliento.
Fruncí el ceño, confundida, mirando hacia arriba hacia él. No estaba cerca de mis oídos.
—Es de mañana. Despierta.