—Como ya esperaba cada vez que un hombre Valentino me llevaba de viaje sorpresa, había una botella de champán ridículamente cara esperándonos en el coche —Tallon la abrió para nosotros y repartió generosas copas. Tomé un pequeño sorbo, queriendo sentir un ligero zumbido pero también consciente de que eran solo cerca de las 10:00 de la mañana. Si tenía alguna esperanza de llegar al final del día sin quedarme dormida, no podía emborracharme con vino todavía.
—Bien, hoy solo tenemos una regla: si mencionas el trabajo, tienes que tomar un chupito —declaró Tallon.
—¿Un chupito de qué? —preguntó Gio—. Si es whisky, mencionaré el trabajo solo para conseguir uno.
—¡Maldita sea, Giovani, por qué no puedes seguir las reglas por una vez? —se quejó Dalia.
—Nah, nunca he visto el punto de seguir las reglas —dijo Gio, apretando suavemente mi muslo mientras hablaba.
—Bueno, por suerte para el juego, no es whisky, es vodka–vodka Ruso —dijo Tallon con énfasis en la palabra "Ruso".