*Dalia*
Olivia era como el sol. Era rayos cálidos en un día nublado y el epítome del optimismo si se pudiera embotellar.
Yo sabía mejor que nadie lo amable y comprensiva que podía ser. Era el tipo de persona a la que otros se aferraban, especialmente aquellos que no tenían ese tipo de calidez. Era un faro para ellos, un faro que los guiaba hacia ella.
Era la razón por la que Tallon siempre la escuchaba, aunque volvía locos a todos nuestros padres con sus formas rebeldes y traviesas. Gastaba bromas a todos, pero nunca a Olivia.
Era la razón por la que Alessandro, con todas sus maneras brutales, la trataba como si fuera preciosa. Me había dejado moretones a mí y a Tallon después de peleas demasiadas veces cuando éramos más jóvenes, pero ni una sola vez levantó la mano contra Olivia.
Era la razón por la que mis padres la adoraban, por la que la trataban como a una hija más mientras crecía, siempre elogiándola, mi padre dándole la afectividad masculina que no recibía en casa.