*Olivia*
Después de nuestra opulenta y pesada cena, Salvatore me acompañó a la puerta del restaurante como todo un caballero. Había estado tan nerviosa por esta noche, pero algo sobre la mirada distante que aparecía en sus ojos cada vez que mencionaba a mamá o alguno de mis logros me tranquilizó.
Conocía esa mirada. Solía tenerla en mis ojos cuando soñaba con quién podría ser mi padre.
Metió las manos en los bolsillos. —Entonces, ¿cómo me fue? ¿Aprobé?
Me reí. —No sé si esta cena era de aprobar o reprobar, pero diría que aprobaste.
Una amplia y efusiva sonrisa se abrió paso en su rostro, tan claramente encantado que en realidad apartó la vista como si estuviera avergonzado.
—Guardaré tu número y todo —bromeé.
Él miró hacia arriba, un gesto extraño considerando cuanto más alto era que yo. —¿Sí? ¿Quieres verme de nuevo?
—Por supuesto —sonreí—. Encontraremos un momento para reunirnos pronto.