Capítulo 462: Cambio de Corazón

—¡Aquí viene el avión! —sonreí, fingiendo hacer un sonido de chisporroteo mientras volaba la cuchara de plástico para niños alrededor de la cara de mi hijo de un año. Elio se rió, con los ojos fijos en la cuchara. Poco a poco la acerqué más y la dirigí justo hacia sus labios, que se abrieron contentos.

La avena blanda se deslizó más allá de sus dos dientes inferiores, la mayoría terminando en su boca y algo derramándose en su barbilla y en el babero colorido que había elegido con peces azules diminutos en él.

Ignoré el desorden, llenando otra cucharada de la avena mientras esperaba que comiera al menos algunos bocados más.

El avión ya estaba pasando de moda, y Elio puso pucheros, girando la cara lejos de la cuchara mientras extendía la mano hacia los trozos de fresa que había cortado en su plato.

—No puedes comer solo fruta todo el día, cariño —suspiré.