*Natalia*
Era luna llena esta noche. Lanzaba su luz a través de mi ventana abierta, brillando sobre mí. Pero a diferencia del sol, no había calor, solo un pozo interminable y frío.
Miré vacía al cielo, mi cuerpo entero sintiéndose más pesado de lo habitual mientras yacía acurrucada bajo mis mantas. Afortunadamente las lágrimas habían parado, pero las marcas secas en mi cara eran incómodas. Cada movimiento se sentía lento, como tratar de moverse en cámara lenta.
Intenté aferrarme al poco calor que pude, pero el hielo había permeado hasta el hueso, entumeciéndome en mi núcleo. Miré el porcentaje de batería en mi teléfono, viendo cómo disminuía lentamente pero sin molestarse en conectarlo.
Tres por ciento.
Me pregunté si la luna se sentía tan sola como yo ahora, si este sentimiento desaparecería algún día, o si este era mi castigo por engañar al hombre que amaba, si esta miseria entumecedora era mi nuevo normal que tendría que sufrir por el resto de mi vida.