Natalia
A la mañana siguiente, mi chofer me llevó a recoger un par de cafés de mi cafetería favorita y luego a recoger a Mia. Cuando ella se subió al auto, llevaba un vestido de verano que parecía muy caro, sin un pelo fuera de lugar.
—Estoy tan emocionada —dijo—. Gracias de nuevo por traerme contigo.
—Gracias por ofrecerte —respondí. Le entregué un café y ella lo aceptó con gratitud—. Me siento mucho mejor con esto ahora que no lo hago sola.
—Entonces, ¿tienes alguna idea de lo que quieres? —preguntó. Tomó un sorbo de su café y sonrió con satisfacción.
—Los vestidos que más me gustaron en el espectáculo de novias fueron los cortes sirena y tubo —expliqué.
—Oh —dijo con una sonrisa burlona—. Vas a ser una auténtica sensación en un vestido así.
Me reí y agité mi mano como si fuera algo sin importancia.
—Solo pienso que esos vestidos se ven realmente elegantes, ¿sabes? Son modernos, pero no demasiado atrevidos.
—¿Cuánto escote te sientes cómoda mostrando?