CAPÍTULO 3

—Ya estaba atrapada, así que no tenía sentido seguir escondiéndome más —salí de la oscuridad y pude observar completamente la escena frente a mí.

—Brittany llevaba un vestido del color de una esmeralda brillante —acentuaba sus delgadas facciones y caía hasta el suelo. Desde su maquillaje hasta su moño perfectamente peinado, parecía valer un millón de dólares. Blake, que estaba de pie junto a ella, lucía igualmente bien con un esmoquin y una corbata a juego —me pregunto si se habían coordinado a propósito o si fue una casualidad.

—Amelia —dijo Brittany mi nombre sin ningún atisbo de remordimiento o sorpresa.

—Si no supiera lo contrario, realmente creería que ella había orquestado todo para que los descubriera, pero por la mirada de molestia en su rostro, era obvio que no me esperaba interrumpir su conversación.

—¿Cómo pudiste? —fueron las únicas palabras que pude articular—. ¿Eres mi hermana? ¿Cómo pudiste hacerme esto?

—Todo está permitido en el amor y en la guerra —se encogió de hombros—. Además, sabes que todo lo que dije era la verdad. Lo quiero y nuestra unión le hará más bien que la tuya.

—¿Realmente tenías que hacer esto a mis espaldas y justo en mi cumpleaños? —me volví hacia Blake—. ¿Y tú? Me mentiste diciendo que estabas ocupado y aquí estabas besándote con mi hermana.

—Las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos y las sequé con enojo —mi mano se alejó negra y me maldije por haber usado la máscara de pestañas de Brittany en primer lugar.

—Blake abrió la boca para hablar, pero Brittany eficazmente se interpuso en su camino bloqueando su vista hacia mí —puso ambas manos sobre sus hombros y lo obligó a mirarla a los ojos.

—Tú me quieres, tanto como yo te quiero a ti —le dijo ella—. Esta es la única oportunidad que tendrás para hacer esto. Recházala y podremos ser felices juntos.

—Por favor no hagas esto —dije mientras la primera lágrima se deslizaba—. Eres lo mejor que me ha pasado y lo sabes. Dijiste que me amabas, ¿recuerdas? No nos hagas esto.

—Puedes ser Alfa —le susurró Brittany—. Puedes ser poderoso y nadie te volverá a decir qué hacer. Tendrás a todos en esta manada bajo tu dominio y conseguirás todo lo que quieras con un chasquido de dedos.

—No la escuches —era casi cómico cómo ambos intentábamos convencerlo—. Te amo Blake y eso es suficiente para ambos.

—Blake lentamente colocó sus manos sobre las de Brittany que reposaban en su hombro y las apartó —exhalé aliviada al darme cuenta de lo que estaba haciendo —me estaba eligiendo a mí. Estaba eligiendo nuestro amor sobre el desesperado intento de ella por persuadirlo.

—Sin embargo, mi alivio fue breve cuando vi que tiró de Brittany hacia él y deslizó su brazo sobre su cintura.

—Lo siento Amelia —me llamó Amelia, no Amy—. Pero voy a tener que terminar con esto.

—No —negué con la cabeza en incredulidad—. No, por favor dime que esto es una broma.

—Tengo que rechazarte Amelia; lo siento —al menos tuvo la decencia de parecer culpable—. Pero elijo a Brittany.

—Jamás podré traducir el dolor que sentí en palabras —fue como si alguien hubiera tomado un cuchillo y lo hubiera clavado en el centro de mi corazón, lo retorciera y luego lo arrancara —mis piernas cedieron y me desplomé en el suelo en un montón de lágrimas.

—Vibraciones me sacudían el cuerpo mientras el dolor me controlaba desde dentro hacia fuera —traté de arrastrarme fuera del balcón y alejarme de ellos, pero no podía hacer mover mi cuerpo —incluso respirar me parecía una tarea y quería que todo terminara.

—De repente, escuché pasos y vi los lustrosos zapatos que pertenecían a mi padre —levanté la mirada hacia él en el mismo momento en que él me miraba con desprecio.

—Levántate del suelo Amelia; es vergonzoso —miró a Brittany y a Blake—. ¿Qué está pasando?

—Padre, Blake y yo estaremos juntos —podía escuchar el regocijo en la voz de Brittany—. ¿No te alegras por nosotros?

—Estoy encantado, querida —sonrió genuinamente y sentí otra embestida de dolor atravesarme.

Debí haberme desmayado brevemente porque lo siguiente que noté fue que estaba en brazos de alguien elevada del suelo y por un segundo pensé que era mi padre sosteniéndome hasta que escuché la voz de Brittany.

—No entiendo por qué tienes que cargarla, Blake —su voz contenía molestia y desaprobación—. Ahora eres mi compañero, ¿te das cuenta de lo extraño que se ve para todos verte cargando a mi hermana fuera de la fiesta?

—Se desmayó, Brittany —su voz denotaba paciencia al hablarle.

—Brittany tiene razón —escuché decir a mi padre y el daño que sentí se profundizó—. Se vería inapropiado que la sostuvieras tan íntimamente después de terminar.

—Si así lo deseas, nunca volveré a hablarle —empezó Blake—. Pero permíteme al menos la decencia de llevarla a un lugar seguro y cuidar de ella. Me siento culpable por lo que acaba de pasar y el dolor que ella ha sufrido.

Brittany emitió un sonido parecido a una burla y abrí un poco los ojos para verla mirar a mi padre y suplicarle silenciosamente que tomara su lado. Esperaba que lo hiciera, pero entonces él miró a Blake y suspiró.

—Esta será la última vez que entres en contacto con ella —advirtió—. Una vez que esté bien, nunca volverás a interactuar con ella de nuevo.

—Sí señor —asintió Blake.

Sin decir otra palabra, Brittany y mi padre se pusieron de pie y fue entonces cuando me di cuenta de que estábamos dentro de mi casa. Estábamos exactamente dentro de mi habitación. No recuerdo la última vez que mi padre estuvo aquí y ciertamente no pensé que estas serían las circunstancias bajo las cuales Blake entraría aquí por primera vez.

Esperé hasta que escuché el clic de la puerta cerrarse, señalando la salida de mi padre y hermana antes de hablar.

—Suéltame —susurré y fue entonces cuando Blake se dio cuenta de que estaba despierta.

—Amelia,

—Bájame —me sorprendió que mi voz saliera estable considerando lo dolido que estaba mi interior—. Bájame y vete. Nunca quiero volver a verte.

Él suspiró y con delicadeza me puso sobre la cama, —Amelia, necesito que me escuches.

—Me traicionaste, Blake; nos traicionaste —me senté para mirarlo directamente a sus ojos llenos de culpa—, por la promesa de ser Alfa.

—No entiendes,

—¡No, tú no entiendes! —casi grité—. Nunca te habría hecho eso, jamás. Estaba lista para pasar el resto de mi vida contigo.

—No tienes un lobo, Amelia —gritó—. No podía estar contigo.

Tragué el dolor que sentía ante sus palabras y de pronto los últimos meses se sintieron como una gran broma. Ahí estaba yo tratando de ser perfecta para él y esto es lo que él tenía que decir al respecto.

—Vete —logré decir y él abrió la boca para hablar pero le corté—. Vete, Blake.

Él suspiró y sin decir otra palabra, se dio la vuelta y salió de la habitación.