P.O.V. DE AMELIA
Kaden no esperó respuesta antes de retirar sus dedos hasta dejar solo la punta y hundirlos de nuevo en mí. Mis ojos se revolvieron hasta la parte de atrás de mi cabeza y en ese momento, no había nada excepto la sensación de sus dedos dentro de mí y su cálido aliento contra mi cuello.
—Kaden, por favor, no me provoques —suplicué. Estaba completamente mojada y lo quería dentro de mí. Sus dedos eran impresionantes pero yo quería su polla. Quería sentir esa expansión cuando él se introdujera en mí. Lo quería tan mal que pensé que iba a morir.
—Paciencia, nena —besó ese punto debajo de mi oreja que me hizo temblar—. Hoy te encargaste muy bien de mí, ahora es mi turno.