P.O.V. DE AMELIA
Esa frase rompió mi corazón de más maneras de las que nadie podría imaginar, pero aún así logré dibujar una sonrisa en mi rostro. —Dame un minuto para vestirme. Podemos ir juntos.
—No tienes que venir si no quieres.
—Si ella despierta, quiero estar allí.
Parecía ansioso por irse en ese preciso momento, pero asintió. Subí a la habitación preguntándome si me iba a dejar si perdía tiempo vistiéndome. Era una teoría que quería comprobar, pero otra parte de mí quería llegar al hospital lo más rápido posible para ver por mí misma qué estaba pasando.
Para cuando bajé, Kaden estaba empaquetando impacientemente y murmuró en voz baja aliviado al verme. Condujo más rápido de lo que lo había visto conducir antes y tan pronto como llegamos al hospital, corrió delante de mí y entró por las puertas. Traté de no dejar que me doliera, considerando que había pasado toda la noche y esta mañana conmigo, pero aún así lo hizo.