PUNTO DE VISTA DE AMELIA
Ian me llevó a un bonito y pintoresco restaurante donde juraba que las chuletas de cordero eran las mejores que había probado en su vida. No tuve el corazón para decirle que no me gustaba el cordero y me resigné a ir con él. Parecía tan emocionado y no quería arruinar eso. Me quedé sentada en silencio en el coche mientras él intentaba explicarme todo lo que me encantaría del lugar.
Cuando llegamos, me sorprendió porque sí me gustó el lugar. Era pequeño y tenía un ambiente acogedor. La gente susurraba y reía entre ellos. A nadie parecía importarle quiénes éramos, no había ojos siguiéndonos ni gente cuchicheando sobre nosotros, lo cual era lo normal cada vez que salía con Kaden. Mientras nos llevaban a nuestra mesa, no pude evitar preguntarme por qué no salía más a menudo con amigos.
—Vas a pedir el cordero, ¿verdad? —preguntó y yo le di una triste sonrisa.